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Rua Nascimento Silva.

  • fdm
  • Feb 25, 2016
  • 2 min read

Río son las calles que no acaban en la playa. El resto, son postales.


Creo que todo cambió a los tres meses, buscando un piso nuevo. Uno pasea por Ipanema en una burbuja. Diría, incluso, que es otro lugar. Pero no lo digo. Era una manzana tranquila, cerquita de Arpoador. Toda la zona Sur está gobernada por rejas y cámaras. Estás encerrado fuera. A la Rua Nascimento da Silva, dirección apuntada, no podía entrarse sin identificación. El tipo de la garita nos señaló un edificio, el portero nos sentó en un sofá en la entrada y llamó al casero para comprobar que nos esperaba. Todo bastante nuevo alrededor, podría estar en cualquier lado. Cuando hubo confirmación, nos acompañó al ascensor. Se pasaba por un pequeño puente sobre un estanque lleno de plantas y peces de colores. Un piso no muy cuidado, en la línea de la ciudad, con una cocina antigua, un baño hecho polvo, no demasiado limpio, muebles anticuados. Los precios eran desorbitados, incluso a ese nivel de antro. Pocilga llegue a pensar. Entonces, abrí la cortina del dormitorio. A escasos quince metros, las entrañas abiertas de Cantagalo. Uno pierde la noción del espacio. Es fácil desorientarse si alguien se esmera en engañarlo. No existe conexión alguna entre esa calle y la favela. Es probable que aquellos escasos metros, significaran más de veinte minutos a pie de mis vecinos. Pero allí estaban. Unos con música, bailando a la intemperie como si estuvieran solos en el planeta. Una niña tirada en el suelo, parecía descansar. Otros jugando a su alrededor con una pelota destrozada. Un poco más arriba, una familia ampliaba su casa, colocando su propio ladrillo sobre ladrillo. Parecía una viñeta de 13 Rue del Percebe, casi sin techo, sin fachada. Recogí el alma del suelo y cerré la persiana. Pude hacerlo aquella vez, pero sabría que no podría a diario. Le dí las gracias y seguí buscando.


No era un hipócrita agarrándome al "Ojos que no ven, corazón que no siente", es que tendría que ser de piedra para sobrellevarlo. De hecho nunca olvidé esa imagen, y de hecho, la estoy contando. Desperté del sueño, de las litros de perfume y escenarios. Ya había visto el corazón de la ciudad otras veces, pero aquello fue sentir lo cerca que estaba y lo sencillo que resulta obviarlo. Mi única preocupación hasta entonces, había sido cumplir en el trabajo, salir de fiesta, salvaguardar el móvil y la cartera. Con el tiempo, la gente y los sitios a dónde se va llegando, se conoce otra ciudad. Entonces, abres los ojos, y resulta dificil observar como la opulencia se pasea a diario entre la más absoluta de las msierias.


Yo fui realmente feliz aquel año. Y pese a todo, ellos también lo eran.

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"Abrí un blog porque en las redes sociales siempre valía más una imagen."

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