Donde habita la memoria.
- Felipe Díaz-Miranda
- Jul 3, 2016
- 2 min read
Puede que fuera otoño o fuera martes. La memoria es tan corrupta que siempre olvido con afortunada frecuencia los peores detalles. Así escribo, con intrascendente libertad, por ejemplo, lo que rodea aquella inolvidable sonrisa. Puedo verla, si quiero, junto a hojas marchitas en el suelo, y un niño dando una patada a la primera castaña del parque. Tu camisa blanca, supongamos, impoluta, y una chaqueta azul cerrada. Un hombre de gafas, calvo y con sombrero, cruzando en rojo mientras habla por el móvil. Y una madre impaciente, con una niña de uniforme en cada mano, esperando al otro lado. Lo veo con tal absoluta nitidez envolviéndote, que podría vestirte con la misma facilidad, con un traje corto y una gafas de sol de estas modernas, quiero decir de hace cincuenta años. Una tarde calurosa de verano. Y que cruce un hombre con melena haciendo footing. Y que sea primavera, y por la mañana, o Marzo. Y no haya nadie al otro lado. O que esté la Sargent Pepper's Lonely Hearts Club Band entera posando. Es el mismo recuerdo, ¿nunca te ha pasado?.
Entonces, me pregunto si alguien recuerda algo. Con certeza, me refiero. O si siempre podemos maquillarlo. Es decir, si todo el mundo hace lo mismo que yo con tu sonrisa. Y no importa ni el cuándo ni el lugar de muchas cosas. Y si el cuando y el lugar de las que importan nos lo hemos inventado. Si habría algo de verdad en la memoria. Si es mejor que no lo haya. Si tu historia, es la que recuerdas o la que has vivido. Si te ha hecho quien eres, la realidad, o la película que tú has rodado. Y detesté las fotos, y los vídeos, que poco a poco, irán capando la mágica incertidumbre de qué fue tu vida, dónde estabas, qué sentías. Aunque nunca la borrarán del todo.
Comments