Improvisar.
- fdm
- Jun 26, 2016
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No hace falta volverse loco. Quiero decir, no estoy hablando de dejarlo todo, irse a otro país, hacer cada año las maletas. Cada uno lo hace a su manera. Hablo de darle vida a la rutina. Creo que nunca he repetido dos días. Soy uno de esos tipos que piensa cada noche que película o serie ponerse, sobre la marcha, y me hago la cena como si fuera viernes o domingo. Y bajo al supermercado si me falta un poco de cebolla, pimienta negra, un pimiento, un diente de ajo. A veces leo, poesía a menudo, otras revistas de Arquitectura, muchas tengo que hacer cosas, siempre hago cosas, y otras me pongo música, y me tumbo a disfrutarla. O me voy de cañas. O llamo un amigo. O me lío y me da mañana, y voy de doblete a dónde toque. Y siempre, siempre, pongo la alarma a una hora distinta cuando me acuesto. Pienso la ropa al levantarme, a veces me ducho primero, otras desayuno. Lo que siempre hago, es anotarme las cosas en una pequeña libreta, y hacerme un calendario. Y apunto, a veces a boli, en grande, ordenado, a veces en pequeño, a lápiz, desordenado y numerado, a veces a prisa, con calma, pensando, o aleatoriamente, una lista de cosas qué hacer. No creáis, imagino que no lo hacéis, que tiene rigor alguno. A veces apunto cosas del trabajo, que me tengo que comprar unos pantalones, llamar a alguien, viajar a algún país, mandar un e-mail, huevos, patatas, tomate, estudiar alemán, lechuga, escribir, acabar un proyecto, dibujo algo, leche, aprender a tocar la guitarra, y galletas. No apunto una marca concreta siquiera. Las elijo cuando llego al supermercado. Según el día. Así el horario nunca es un agobio, un problema. No hacen falta decisiones trascendentales. La felicidad se esconde muchas veces en decidir esos pequeños detalles que te hacen sentir con vida.
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