Las nuevas fronteras de la Arquitectura.
- Louis I. Kahn
- Jun 18, 2016
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He tenido la fortuna de observar los proyectos y el trabajo de las personas que están aquí, y he visto que casi todo el mundo comenzaba con la solución del problema, una vez expuestas las condiciones en las que se había hecho el diseño. Pero creo que puedo decir con libertad que muy pocos han comenzado con una especie de percatación, de comprensión del problema, para luego insertar el diseño como una extensión natural de aquél, como algo circunstancial; porque yo creo realmente que el diseño es algo circunstancial. Creo que una persona debe percatarse de algo, comprenderlo, antes de tener el aliciente, dentro de sí, para diseñarlo. Creo que hay mucha gente en nuestra profesión que confía plenamente en el diseño real y muy poco en el modo de pensar lo que una cosa quiere ser, antes de intentar desarrollar el diseño, que es la solución del problema.
El diseño es perfectamente comparable a una composición musical, pues un compositor tiene cierta visión de la música antes de componer. Yo diría que si en la cocina de Mozart se cayese un plato, él sabría distinguir entre el ruido del plato y su música. Otra persona se abalanzaría sobre el ruido y lo aprovecharía, puesto que se trata de algo diferente. Pero Mozart escogería esa diferencia y diría “sí, la disonancia premia a la música”, y así habría descubierto algo más en el ámbito musical; y compondría a partir de esa constatación —que el plato caído tenía un significado en música—, cuando otra persona tomaría sólo el ruido y pensaría que podía aprovecharlo.
Podría hablar un poco más de esas constataciones, porque para mí son una parte de nosotros que es más sutil que, por ejemplo, el pensamiento. El saber está al servicio del pensamiento, y éste es un satélite del sentimiento.
Si tuviésemos que preguntar “¿qué es el sentimiento?”, creo que podríamos decir que es el residuo de nuestra evolución mental, y que en este residuo había un componente que es el pensamiento. Y este ingrediente en cierto modo era una figura en sí misma, y una vez le dijo al sentimiento: “Mira, te he servido bien, te he ayudado a madurar y ahora quiero marcharme por mi cuenta. Quiero ser un satélite; quiero que me consideres algo independiente de ti. Volveré a ti; debo hacerlo.” El pensamiento actúa de manera independiente y se ocupa de los pensamientos de otras personas, y de él surge un postulado. Pero incluso un postulado debe decirle al sentimiento “¿qué tal lo estoy haciendo?”. ¡Tiene que hacerlo!
Así que la percatación, creo yo, es el pensamiento y el sentimiento juntos; porque el sentimiento por sí mismo es completamente incapaz de actuar, y el pensamiento también es incapaz de actuar; pero el pensamiento y el sentimiento combinados crean una especie de percatación. Puede decirse que esta percatación es un sentido del orden, de la naturaleza del sentido.
A menudo, cuando se habla de ‘orden’ se alude a la ‘ordenación‘, y eso no es en absoluto lo que yo quiero decir. No quiero decir ordenación porque ésta tiene que ver con el diseño, pero no tiene nada que ver con el orden. La ordenación no es nada tangible con respecto al orden; es sencillamente un estado de comprensión sobre la existencia, y sobre cierto sentido de la existencia. A partir de ella se puede apreciar la voluntad de existir que tiene una cosa: esa voluntad de existir que se nota, por ejemplo, en una forma, en una necesidad. La voluntad de existir de esa necesidad puede apreciarse mediante una percatación. De la percatación se obtiene mucha riqueza de diseño, el diseño surge fácilmente. Ésta es la razón de que mencione de nuevo a Mozart. Mozart podía perder una composición suya y rescribirla literalmente después de haberla perdido, porque no trabajaba con su diseño propiamente dicho; este diseño tenía un sentido del orden muy definido que hacía de él algo que podía variarse fácilmente y, sin embargo, seguir siendo el mismo.
Así pues, antes decía que lo que una cosa quiere ser es el acto más importante de un objeto. Corresponde al arquitecto extraer de la naturaleza misma de las cosas —de las percataciones—lo que una cosa quiere ser.
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