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Hijo, yo vi jugar a Diego.

  • Writer: Felipe Díaz-Miranda
    Felipe Díaz-Miranda
  • Jul 13, 2016
  • 2 min read

Y no, no hablo de ese tal Maradona, venido de otra galaxia. Al nuestro no le habían tocado los dioses con una varita mágica, ni había nacido con la divina providencia del fútbol. Ni siquiera con unas botas bajo el brazo. Nuestro Diego nació descalzo. Y nadie se preguntaba de qué planeta vino, porque no podía ser mas humano, más de carne y hueso, más emergido del barro de nuestra tierra.


Nunca tuvo la endiablada habilidad de los grandes mitos de este deporte, ni la clase que caracteriza a los ídolos de los póster que decoran los cuartos de la infancia. Pero no le hizo falta calidad para convertirse en leyenda. Porque si nació con un don. Tenía 30.500 corazones latiendo a la vez en el pecho. Tenía nuestros millones de litros de sangre azul corriendo por las venas. Llevaba toda la pasión de una ciudad en cada paso que daba, en cada ortodoxo golpeo de balón, en cada torpe bicicleta. Tenía el don de ser todos nosotros. De saltar con el ímpetu de toda la grada, de correr con el alma de miles de personas, de rematar, defender, perseguir cada pelota como si la vida de todos estuviera en juego. Y así, con miles de brazos y de piernas, y miles de pechos y de cabezas, siempre llegaba primero, siempre se llevaba cada balón dividido, siempre tenía más fuerza, un poco más de aliento, un grito de ánimo, y siempre siempre siempre empujaba la pelota al fondo de la red. Porque todos somos un poco Diego, y Diego, eres para siempre un poco de todos nosotros.


Pronto este escudo ondeará más alto, y se emulará al espíritu Diego Cervero para los grandes momentos, las grandes remontadas. Y se pondrá la fe que siempre tuviste de ejemplo en los diarios y en las escuelas de fútbol. No voy a dedicarte adjetivos hasta quedarme sin palabras, sólo voy a darte las gracias.


Y algún día, cuando los hijos de esta ciudad estén con sus amigos discutiendo sobre futbolistas legendarios, y les ataquen con imágenes de goles antológicos y regates imposibles, ellos sonreirán orgullosos sólo de ver un vídeo tuyo calentando.


Y todos los niños seguirán llevando orgullosos tu nombre en la espalda de la camiseta azul de su equipo. Siempre


Ha sido un privilegio verte. Buena suerte Diego. Vuelve pronto a seguir señalándonos el camino.

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"Abrí un blog porque en las redes sociales siempre valía más una imagen."

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